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sábado, 12 de noviembre de 2022

¿Mi hijo puede aprender de mí o conmigo?

 Ser padre, ser madre, ser educador implica tomar conciencia de uno mismo y hacer una seria reflexión sobre quién soy y qué puedo dar. Porque educar es un acto de amor que implica dar lo mejor de mí a aquel que lo necesita.

Educar a los hijos pasa, en primer lugar, por preguntarse qué soy yo para ellos. Qué ven en mí, qué ofrezco, que dejo de dar… poner el foco en el lugar adecuado: en uno mismo.

 Tanto en las casas como en la escuela tendemos a poner el foco de la educación en el hijo, alumno… y muchas veces nos olvidamos de que el punto de partida de cualquier acto educativo soy yo: mi forma de mirar, de pensar, de reflexionar, de decir, de vestir, de hablar, de actuar… Por eso, la educación no es un acto que viene de fuera de mí, sino que parte de mí. Por eso la educación es ser y no hacer.

 Ser padre, ser madre, ser educador implica tomar conciencia de uno mismo y hacer una seria reflexión sobre quién soy y qué puedo dar. Porque educar es un acto de amor que implica dar lo mejor de mí a aquel que lo necesita. Y nuestros hijos lo necesitan…

 De ahí que Nembrini también afirme que el tiempo de la educación se llama paciencia, ya que la ley de la educación es el amor y necesita su tiempo.

¿Lo estaremos haciendo bien?” “¿Seremos demasiado exigentes?” “¿Lo estaré malcriando?” “Mejor se lo compro para que no empiece a patalear en medio de la calle” “¡Estás castigada y punto!” “No nos hace caso en nada

¿Le resulta familiar estas frases? Puede que alguna de ellas las haya dicho más de una vez, pues forman parte de una de las tareas más complicadas que estas haciendo : EDUCAR a tus hijos e hijas. Como padres o madres, tienes un compromiso personal para guiarles en su desarrollo y en los aprendizajes del día a día.

LOS INGREDIENTES IMPRESCINDIBLES EN LA EDUCACIÓN

En la tarea de crianza y educación hay que emplear dos ingredientes esenciales e igualmente necesarios. Desde luego, debes educar a tus hijas e hijos en un contexto cálido y afectuoso, de cariño incondicional, pero sin olvidar que educar también implica establecer normas y poner límites a su comportamiento para que aprendan cómo deben actuar


 Razonar y dialogar con su  hijo o hija sobre el sentido de las normas facilita que puedan hacerlas suyas y cumplirlas. 
Así, si les decimos “hay que recoger y ordenar los juguetes, para que otro día podamos encontrarlos y jugar con ellos”, es más probable que los ordene y recoja cuando termine de jugar y que llegue un momento en que acabe haciéndolo espontáneamente. 
o Para transmitir las normas y animarles a cumplirlas es importante que las formuléis con firmeza, pero en un clima de cariño, sin gritar, manteniendo un contacto físico suave como, por ejemplo, poner la mano sobre la espalda o en su mejilla y mirándole para aseguraos de que está atendiendo (“de verdad que el cinturón hay que ponérselo siempre en el coche, aunque no te guste mucho. Es lo mejor y lo más seguro para ti y para todos. No hay más remedio, cariño”).  

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