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viernes, 21 de abril de 2023

Crianza positiva

 

Mitos y realidades sobre la crianza 

¿Qué es la crianza positiva?

Son aquellas prácticas de cuidado, protección, formación y guía que posibilitan el desarrollo, bienestar y crecimiento saludable y armonioso, tanto físico como mental, espiritual, ético, cultural y social de las niñas, niños y adolescentes, gracias a que se realiza de acuerdo con la evolución de las facultades, la etapa del ciclo vital de desarrollo, características y circunstancias de la niña, niño o adolescente, sin recurrir a la violencia, sino respetando sus derechos humanos. 

Existen algunos mitos que sostienen prácticas de crianza perjudiciales para las niñas, niños y adolescentes. Se trata de expresiones que, a fuerza de repetirse en una sociedad, terminan por considerarse verdaderas. Los siguientes son algunos de estos mitos que siguen siendo defendidos, pero que, en la actualidad, la evidencia científica, el enfoque de derechos y el marco jurídico mexicano nos aclara.  

Mito 
Realidad 

Con las niñas y niños más vale una nalgada a tiempo  

La responsabilidad de cuidado de niños y niñas debe basarse en preservar sus derechos y respetar sus necesidades. La nalgada no responde a una necesidad de ellas y ellos, es producto de la frustración de los adultos al tratar de detener una conducta. No es una manera adecuada de resolver conflictos pues quebranta su dignidad. No hay nalgadas a tiempo.  

La letra con sangre entra 

La letra entra con el respeto, amabilidad y calidez que el profesor prodiga al alumnado. Entra con el ambiente de paz, seguridad y confianza que el docente construye en el aula, condición necesaria para que se activen los circuitos del cerebro que facilitan el aprendizaje. Es en entornos de seguridad y confianza donde se despliega la capacidad de exploración y adquisición de conocimiento. 

Una cosa es golpear a las niñas y niños al extremo y sin sentido y otra darle un golpe como correctivo para que el niño vea que sus malas acciones  

tienen consecuencias negativas. 

Golpear al extremo y sin sentido o castigar con un solo golpe son la misma cosa: violación a los derechos de las y los niños y en consecuencia un acto arbitrario e ilegal. Si las acciones de la niña o del niño son “malas”, las  

consecuencias negativas llegarán por sí solas, derivadas de la conducta. Al adulto le corresponderá ayudarle a identificar y reflexionar dichas consecuencias, ayudarle a reparar el  

daño provocado y facilitar la generación de aprendizajes significativos. 

Es imposible educar sin recurrir al castigo físico, aunque sea alguna vez en la vida 

Sí es posible educar sin necesidad de recurrir al castigo corporal. De acuerdo con el estudio de la violencia contra los niños de las Naciones Unidas, entre el 2 y el 20 por ciento de las niñas y niños en el mundo nunca han recibido castigos físicos. Es una cifra baja, pero evidencia que sí es posible criar sin golpes. 

En ocasiones son necesarias medidas disciplinarias extremas, por ejemplo, castigo físico, sobre todo cuando se trata de comportamientos en extremo inadecuados y perjudiciales de la niña, niño o adolescente, de lo contrario, ¿cómo se darán cuenta que sus malas acciones y decisiones tienen consecuencias? 

El diccionario nos dice que disciplinar significa enseñar al discípulo. Y los golpes y métodos atemorizantes o humillantes no enseñan nada, sólo inhiben comportamientos con base al miedo. Cuando las niñas y niños son muy pequeños corresponde a madres, padres y personas cuidadoras guiar su conducta para evitar que se hagan daño o dañen a otros. Conforme crecen y su lenguaje se enriquece van adquiriendo la capacidad para entender y analizar las consecuencias de sus decisiones y actos a través del diálogo que detona el análisis y la reflexión para entender el impacto de sus acciones. 

Educar es simple, basta con ejercer “mano dura” desde el inicio de la vida 

Educar es un proceso complejo, prolongado e intenso que requiere de habilidades y oportunidades suficientes del entorno. La crianza requiere de una mano respetuosa, amable y amorosa y al mismo tiempo firme (no violenta), segura y confiable. La mano dura genera temor y distanciamiento. La mano amorosa y firme genera la seguridad emocional que se requiere para que haya aprendizaje y fortalece el vínculo entre la niña/niño y el adulto. 

Desde que se habla de los derechos de las niñas y niños ya no se les puede tocar, ni regañar, ni decir nada cuando se portan inadecuadamente 

La protección, defensa y promoción de los derechos de niñas, niños y adolescentes suele desconcertar a algunos adultos responsables del cuidado de éstos. No obstante, la realidad es que las leyes y la propia Convención sobre los Derechos del Niño no prohíben la interacción, ni el diálogo, ni la guía a niñas, niños y adolescentes. La Convención sobre los Derechos del Niño, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y otras leyes mexicanas establecen la necesidad de interactuar, convivir, socializar y educar a niñas, niños y adolescentes, utilizando métodos y prácticas respetuosas de su dignidad. 

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